Ese maravilloso lenguaje arraigado en toda su conciencia, (como un don agradecido con ofrendas), que lo tiene encerrado en cavernas bajas de montañas llenas de diamantes, encegueció su alma por tanto brillo de colores y sustancias que llenan cada espacio de su ser. Es monumental vivencia, es gloriosa llenura que recorre el alma, limpiando y vaciando rincones, contenedores de

pensamientos, que impregnados están de sucia vida, de egos mortales, de restos de tierra. Llenado es de su impermanencia, aquello que debe ser parte de su cotidiano pensamiento, debe ser tiempo y espacio, locura y amor, alegría y lagrimas.

La historia no es nueva, ha recorrido años de su momento de sol y estrellas, ha vivido junto a sentimientos que materializa en actos y letras, que revive cuando puede y regala cuando necesitan.

Su receta, no tiene receta…

Deja vivir cuando corresponde y deja el silencio cuando debe ser. No tiene plegarias para recibir, tiene oraciones para entregar despojando de sí mismo el regalo que le fue concedido. Valor hay en sus manos al aire, y como verdaderos capullos guardan mariposas para primaveras en las que sus fuerzas no sean alzadas por nada.